Todos somos suicidas de clóset, todos hemos hecho algo que puede matarnos lentamente, TODOS. ¿Por qué? ¿Serán acaso las pulsiones de muerte que Freud enunciaba? ¿Estaremos, entonces, retando a la vida a ver qué tanto aguantamos y nos aguanta? Nos encanta sentirnos salvajes, porque no podemos decir que se trate de algo valiente o cobarde, pero sí visceral.
Justo ayer, vi a un hombre caminando a la orilla del canal de patria, lo miré largo tiempo deseando no perderme el momento en que se aventaría sin pensarlo, sin retorno, sin síntoma alguno de la razón que puediera detenerle. Al final no lo hizo, sólo recogía basura. Pero me hizo pensar ¿Qué sentirá alguien cuando va cayendo desde lo alto de un edificio? No lector, esto no es ideación suicida. La falta de emoción, de vitalidad nos hace preguntarnos tonterías. Imagíneme usted a los veinte años, cuando tenía ni puta idea del mundo laboral, cuando mi vida era la universidad, mi trabajo como mesera, mi programa de radio por internet (cuyo nombre de la estación he olvidado) y sobre todas las cosas, mis cuentos, esos que escribía a diestra y siniestra, esos poemas que me atravesaban, que aunque malos, me hacían soñar y elevarme. Sí, lector, era una cosa joven, llena de creatividad.
Las cosas terminan a veces después de que el título universitario no abre puertas, cuando los empleadores te tienen trabajando día y noche sin parar y al final del día te das cuenta que debes trabajar más porque el dinero no es suficiente. Así que aquí vamos con las formas más lentas de ir muriendo sin que nadie se percate de que se trató de un suicidio, donde la gente se da cuenta de que uno se dio en la madre trabajando, que desde luego no es un cumplido, sino un acto de pendejismo.
1. Trabaje y trabaje, dé lo mejor de sí, ayude a sus compañeros hasta treinta veces al día explicándoles cosas básicas que todo mundo debe saber y ellos no aunque tengan un sueldo mucho más alto que el suyo. Esto nos lleva a que invierte tanto explicando que no termina sus labores a tiempo y debe llevar trabajo a casa.
2. No duerma, desvelese trabajando, pase sus fines de semana trabajando, trabajé más y más. Verá, el primer día sólo tendra una somnolencia ligera, el segundo un poco más severa, pero usted seguira pensando que llegará el fin de semana y repondrá energía.
3. Como usted no ha dormido, beba café, una taza, dos, tres litros, Beba, el fin de semana no fue sufiente para reponer, siga bebiendo.
4. ¿Sabía usted que el café genera ansiedad? Pues sí, ahora coma azúcares, muchos, baje su ansiedad tragando como un vil cerdo. Siga.
5. ¿Está engordando verdad? No tiene tiempo de ir al gimnasio. Si ya no duerme bien, pues ahora duerma menos y levántese una hora antes para ir a correr.
6. ¿Depresión? No. Eso hablaría mal de usted como empleado. No renuncie, por más deprimido que esté no lo haga, ¿Quién pagará las deudas? No es fácil encontrar empleo hoy día.
7. Paciencia y Persistencia. Siga así, ignoré cualquier síntoma. Dése en la madre como la persona valiente y honrada de clase media-alta que le enseñaron a ser. No tomará muchos años. Tendrá un paro cardíaco garantizado.
¿Ya contrató un seguro de vida? Este suicidio sí es válido para ellos.