martes, 17 de septiembre de 2013

Anhelo

Y sin embargo se resigno a quererlo, con suspiros de lamento, con nostalgias amargas. La edad arremete violenta entre sus poros, sus ojos nublados, su flaqueza enferma... se resigno a ser querida en lugar de amada. Se conformo con la locura.

Renuncio a ser ave que vuela alto, ya no es el mar que explota en las olas. Es corazon cansado y devastado queriendo ser volcan.

sábado, 20 de julio de 2013

Pueblito Bicicletero

Estábamos en el autobús, en plena carretera, yo miraba la ventana y se veía un lago hermoso, cristalino y grande, no sé cuál era, sólo sabía que se veía hermoso. Era un paseo extraño, tenía una sensación rara y más con esa canción que entonaba el grupo de oración de mi madre:
"¿Cómo es el amor de Dios? Tan grande que no cabe nada arriba de él, tan bajo que no cabe nada abajo de él?"
 En verdad me sentía tragada por Dios, parecía que moriría en ese momento en la carretera. No tenía más de 7 años, pero la idea de que Dios -ese Dios con mayúscula- ocupaba todo lugar en el mundo, en mi vida, en la de los demás, no me dejaba respirar. Dios estaba ocupando mi infancia. Esa canción en particular me ha causado siempre un miedo inexplicable.

Cuando por fin llegamos al pueblo Concepción de Buenos Aires, se veía hermoso, las casas de adobe, con sus tejas rojas, el olor a humedad, los dulces de cajeta que por una extraña razón los asocio al lugar. Teníamos un compromiso ahí, no entendía cuál en ese momento, hasta que mi madre entró. Ella estaba enferma, tenía diabetes y buscaba siempre la manera de estar mejor -creo que eran unas inmensas ganas de vivir o quizá un gran temor a la muerte. No descarto la combinación de ambos -, en aquel entonces ya no veía bien de un ojo y su estado se iba deteriorando. Todo éso se lo dijo al hombre gordo sentado en un diminuto banquito, yo lo escuchaba tras la cortina. Seguí yo, mi madre le dijo de mis constantes enfermedades respiratorias, mis amígdalas inflamadas. El hombre, un ex-sacerdote, sacó una especie de tijera sin filo y comenzó a raspar mi cuello. 

-Ya la operé, consiga leche materna de tres mujeres distintas, que de una toma cada cuarenta días.

Mi madre, saliendo del lugar, se dirigió a comprar unas cajas de té para su malestar. Estábamos curadas de males extraños, así que fuimos a un establo a comprar leche cuajada. Seguimos el camino de regreso, cuidando que no se derramara el suero de la leche. Llegamos a casa y mi madre con algunos lienzos y sus manos se dispuso a preparar el queso.


Yo hace unos 19 años...
Jamás tomé la leche materna...

martes, 28 de mayo de 2013

Historias

Alejandra Rizo






 Inicia con un acto... lento o rápido, pero siempre fluye. Al final pasa... porque al fin todo pasa.
Así suceden las historias.

jueves, 2 de mayo de 2013

Remedio Infalible para la soledad

Los siguientes pasos le salvarán de cualquier ataque de desolación.

Nota: No apto para novatos.

1. Conserve la calma. No haga caso, jamás se relaje, nunca se calme, grite hasta aturdir a un sordo.

2. Beba y beba hasta dormir, despertar y darse cuenta que se encuentra en constante agonía.

3. Permita que ese hueco lleno de un terrible vacío lo consuma.

4. Métase a la regadera, su recámara, el sótano, la cajuela de un coche, una alcantarilla, donde sea que nadie le vea. Una vez ahí lloré hasta el cansancio. Hasta que las tripas se le salgan por la boca.

5. Fume mucho, muchísimo. (Tabaco, Marihuana, Manzanilla, incienso, barras de canela o lo que quiera)

6. Llame a sus amigos... bueno, imagine que tiene amigos y los llama para saludar y éstos le ignoran.

7. Aléjese de todo contacto social.

8. Vaya a un río, siéntese en posición de loto, mire su reflejo en el lago e imagine su cadáver flotando en esas aguas.

9. Escriba un libro sobre todo lo que odia del mundo, analice y critique a la religión, a su familia, a su vecino, a la sociedad, a los animales... quizá algún día pueda compararse con Freud.

10. Acabe con su existencia.

Felicidades ha terminado con su soledad.

jueves, 18 de abril de 2013

Sonidos

Los pasos no parecían del apartamento de al lado, ni los ruidos de las puertas eran ocasionados por el viento, pero no podía alejar el libro de sus piernas, no podía dejar de leer; se encerró en el baño bajo mil candados imaginarios y el endeble seguro de la chapa, bajó la tapa del inodoro, se sentó sobre ella, mientras alumbraba las viejas páginas con una lampara empolvada, lo que pasará ya no importaba, tenía la mente sumergida...

domingo, 17 de marzo de 2013

Líneas

Y fue así que miró hondamente en sus letras y no encontró el corazón en ellas.
Como abismos desesperantes hundió su dolor,
Cual ave sin alas se postro en el suelo a esperar.
No Esperó nada, no dijo nada y su soledad aclamó dulzura
aclamo esperanza...
Suspiró y pensó, lloró y sintió...
qué desventaja ante la vida.

martes, 29 de enero de 2013

Margarita



Margarita, la más común de las flores, la mujerzuela de todas ellas, que recoge sus pétalos con las ásperas hojas que deshilan su moral. Margaritas que derraman sus mieles en los incansables abejorros. Margaritas como todas, excepto por Margarita, quien quiere ser panal, quiere tener el vientre lleno, las entrañas dulces, los abismos iluminados del sutil marrón de sus raíces…


Margaritas se quedan viejas por doquier, sus pétalos se corroen con el viento arisco de los prados, Margarita quebranta su existencia con el dulce caer de las hojas, con el crujido de sus pasos por la tierra del campo, la dulce melodía de un sacrificio por la vida misma. Terror y dulzura embriagan el invierno; pasión y calor los días de primavera, pero no hay más verdor que en los días de verano. 


Es normal, Margarita, es normal. Tus pétalos caen, tus hojas se estremecen, tu cuerpo se dobla. No serás panal más que en tus sueños, no serás abeja, ni tendrás el dulce elixir de la belleza. Eres flor, como cualquier otra.


Alejandra Rizo

domingo, 6 de enero de 2013

Aforismo

Donde sea que se transplante, siempre se echará raíces, lo mismo para las plantas que para los humanos,


Imagen extraída de http://i274.photobucket.com/albums/jj249/gui_xwy/surreal%20art/surrealart01.jpg
Alejandra Rizo