¿Por qué nos encontramos ahora cuando nuestros brazos abiertos se ausentan con el sol? Nos encontramos para olvidarnos como quien olvida el primer pensamiento de la mañana. Como quien pasa por las calles sin mirar los detalles...
Nos llenamos de recuerdos para olvidar lo que fue, lo que pasó en una vida con angustias. Dicen que siempre se olvida con el paso del tiempo. Pero el tiempo sólo trae polvo para enterrar los viejos anhelos, para lacerar las vidas que se cortan, las que nacen.
Estamos para no estar. Tus ojos me miraron porque no me verán nunca más. Mis manos te tocaron para no volver a hacerlo. Esa es la nostalgia. Ese es el amor profundo. El que se va, que nunca regresa, que se ahoga en desolación.
Nos miramos para que una noche veamos otros ojos y recordemos los nuestros. Para que con las sonrisas ajenas apretaramos los instantes felices y nos forzaramos a desenterrar el pasado.
El pasado muere junto con nosotros que sólo arrastramos memorias...
Ojalá cada atardecer fuera el mismo con sus manchas multicolores por el cielo, con las flamas que consumen el día para dejar a los astros que nos miren con esa luz que ha viajado por los cielos y que en algún punto se extinguirá. Pero yo me pregunto ¿Te llegará mi luz? Porque me enciendo cada noche enunciando tu nombre, desgasto mi aliento con las flamas que te nombran y tú no respondes. No veo tu luz ni cuando me paro entre las sombras, no puedo oír tu nombre en ninguno de los ecos del silencio.
¿Será mi destino encontrar otros ojos que me miren sonrientes cuando me alejo? Qué es la soledad sino la recapitulación de las ilusiones muertas. Todo muere y se va, se entierra, se pasa bajo nuestros pies hasta llegar al cielo donde las nubes lloran y nos inundan los días, recordándonos que también partiremos hacia la incertidumbre del olvido.
domingo, 24 de abril de 2016
Sunset
domingo, 17 de abril de 2016
Cometas
¿Qué se llevarán los años de nosotros? Si al pasar el viento, cubren; si al pasar el agua develan y al pasar la juventud, marchitan.
¿Qué cambian los años en la humanidad? ¿Qué es para un ser que no los mira y se envuelve entre la paz y el silencio?
¿Qué es esta vida sin la flor que sale de la tierra? ¿Qué ha sido de ti? Nada. El amor, el ciego, el simple, el autoengaño.
Barcos entre nubes que al pasar la mañana se alimentan en senderos resecos de una cruz que se encaja, que se devela y se arranca. Ancla de los mortales, prisión de los amantes.
¿Dónde estás? Si cuando el Sol abre la mañana no aparecen tus ojos. Sólo están los rezos preocupados de una madre desolada. ¿Dónde estás? Si al cruzar cada sendero tus huellas se borraron, si tu voz se ha vuelto un eco en las memorias del pasado. ¿Dónde estás? Si a cada paso llega el olor de tu cuerpo y el color de tus ojos. ¿Dónde te escondes? ¿En qué lugar postraste tu cobardía?
¿Pensabas en tu madre mientras le arrancabas la ropa? Seguramente. ¿Quién deshojó tu cuerpo? No fue su culpa y lo pagó como si lo hubiera sido. ¿Sigue tu madre rezando por ti? Los murmullos rezan por ti cada día cuando se elevan los cometas, suave frío y sin fe. Sólo estático, sólo de pie, sosteniendo la plegaria al viento. ¿Moriste? Ojalá. Ojalá sólo seas una coraza, un reflejo de lo que fuiste.
¿Sigues llorando a tu amada? Seguramente la recuerdas acostada sobre la cama, mientras reían, mientras hablaban de los hijos que no tuvieron, las horas que no pasaron caminando, hablando o intimando. Lloraron por la estupidez de los ciclos, de la vida y de la humanidad. Lloraron por la noche en que sus manos se tomaron y por la mañana en que se soltaron.
Se elevaron como cometas, tan lentos sobre el viento. Volaron mientras las manos se comían las ansias de tocarse, volaron con los cantos de las amantes, la que ganaba y la que perdía.
¿Qué cambian los años en la humanidad? ¿Qué es para un ser que no los mira y se envuelve entre la paz y el silencio?
¿Qué es esta vida sin la flor que sale de la tierra? ¿Qué ha sido de ti? Nada. El amor, el ciego, el simple, el autoengaño.
Barcos entre nubes que al pasar la mañana se alimentan en senderos resecos de una cruz que se encaja, que se devela y se arranca. Ancla de los mortales, prisión de los amantes.
¿Dónde estás? Si cuando el Sol abre la mañana no aparecen tus ojos. Sólo están los rezos preocupados de una madre desolada. ¿Dónde estás? Si al cruzar cada sendero tus huellas se borraron, si tu voz se ha vuelto un eco en las memorias del pasado. ¿Dónde estás? Si a cada paso llega el olor de tu cuerpo y el color de tus ojos. ¿Dónde te escondes? ¿En qué lugar postraste tu cobardía?
¿Pensabas en tu madre mientras le arrancabas la ropa? Seguramente. ¿Quién deshojó tu cuerpo? No fue su culpa y lo pagó como si lo hubiera sido. ¿Sigue tu madre rezando por ti? Los murmullos rezan por ti cada día cuando se elevan los cometas, suave frío y sin fe. Sólo estático, sólo de pie, sosteniendo la plegaria al viento. ¿Moriste? Ojalá. Ojalá sólo seas una coraza, un reflejo de lo que fuiste.
¿Sigues llorando a tu amada? Seguramente la recuerdas acostada sobre la cama, mientras reían, mientras hablaban de los hijos que no tuvieron, las horas que no pasaron caminando, hablando o intimando. Lloraron por la estupidez de los ciclos, de la vida y de la humanidad. Lloraron por la noche en que sus manos se tomaron y por la mañana en que se soltaron.
Se elevaron como cometas, tan lentos sobre el viento. Volaron mientras las manos se comían las ansias de tocarse, volaron con los cantos de las amantes, la que ganaba y la que perdía.
Mientras los años vuelan, la vida renace |
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