Miraba en sus ojos una sonrisa espeluznante y es que jamás se percató de que lo único que había era un reflejo en el inerte iris de un cadáver. Nunca pudo apreciar la sensibilidad de lo que resguardaba en su alrededor, estaba tan preocupada pensando en la muerte que cuando el tiempo dio un chasquido de dedos: su momento había llegado.
Qué triste la soledad de un alma que tras el silencio de una noche iluminada se confinó a preguntarse la razón de su infelicidad. Búsqueda insensata e inestable que al parpadeo le roba las miradas y los anhelos. Teniéndolo todo sigue perdiendo el tiempo con un sentimiento inicuo.
Alejandra Rizo
Imagen extraída de http://imexpar.com/index/images/articulos/mandalas6.jpg
miércoles, 12 de diciembre de 2012
domingo, 26 de agosto de 2012
Profundo
Siempre fue muy excéntrico, incluso ahora que la muerte se
aproxima, nunca creyó en la reencarnación, como el resto del pueblo y para
provocarles más eligió un funeral vikingo. Siempre oró por una muerte lenta y
dolorosa, para disfrutar el último respiro de su cuerpo. Ahí estaba en la vieja choza bajo la tormenta,
agonizando perniabierto sobre la vieja cama. Con sus ojos rasgados casi
cerrados, me preguntó:
-¿qué habrá en las profundidades del mar?
-Estrellas.
Alejandra Rizo
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