Miraba en sus ojos una sonrisa espeluznante y es que jamás se percató de que lo único que había era un reflejo en el inerte iris de un cadáver. Nunca pudo apreciar la sensibilidad de lo que resguardaba en su alrededor, estaba tan preocupada pensando en la muerte que cuando el tiempo dio un chasquido de dedos: su momento había llegado.
Qué triste la soledad de un alma que tras el silencio de una noche iluminada se confinó a preguntarse la razón de su infelicidad. Búsqueda insensata e inestable que al parpadeo le roba las miradas y los anhelos. Teniéndolo todo sigue perdiendo el tiempo con un sentimiento inicuo.
Alejandra Rizo
Imagen extraída de http://imexpar.com/index/images/articulos/mandalas6.jpg
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