Margarita, la más común de las flores, la mujerzuela de
todas ellas, que recoge sus pétalos con las ásperas hojas que deshilan su
moral. Margaritas que derraman sus mieles en los incansables abejorros.
Margaritas como todas, excepto por Margarita, quien quiere ser panal, quiere
tener el vientre lleno, las entrañas dulces, los abismos iluminados del sutil
marrón de sus raíces…

Es normal, Margarita, es normal. Tus pétalos caen, tus hojas
se estremecen, tu cuerpo se dobla. No serás panal más que en tus sueños, no
serás abeja, ni tendrás el dulce elixir de la belleza. Eres flor, como
cualquier otra.
Alejandra Rizo