martes, 29 de enero de 2013

Margarita



Margarita, la más común de las flores, la mujerzuela de todas ellas, que recoge sus pétalos con las ásperas hojas que deshilan su moral. Margaritas que derraman sus mieles en los incansables abejorros. Margaritas como todas, excepto por Margarita, quien quiere ser panal, quiere tener el vientre lleno, las entrañas dulces, los abismos iluminados del sutil marrón de sus raíces…


Margaritas se quedan viejas por doquier, sus pétalos se corroen con el viento arisco de los prados, Margarita quebranta su existencia con el dulce caer de las hojas, con el crujido de sus pasos por la tierra del campo, la dulce melodía de un sacrificio por la vida misma. Terror y dulzura embriagan el invierno; pasión y calor los días de primavera, pero no hay más verdor que en los días de verano. 


Es normal, Margarita, es normal. Tus pétalos caen, tus hojas se estremecen, tu cuerpo se dobla. No serás panal más que en tus sueños, no serás abeja, ni tendrás el dulce elixir de la belleza. Eres flor, como cualquier otra.


Alejandra Rizo

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