sábado, 20 de julio de 2013

Pueblito Bicicletero

Estábamos en el autobús, en plena carretera, yo miraba la ventana y se veía un lago hermoso, cristalino y grande, no sé cuál era, sólo sabía que se veía hermoso. Era un paseo extraño, tenía una sensación rara y más con esa canción que entonaba el grupo de oración de mi madre:
"¿Cómo es el amor de Dios? Tan grande que no cabe nada arriba de él, tan bajo que no cabe nada abajo de él?"
 En verdad me sentía tragada por Dios, parecía que moriría en ese momento en la carretera. No tenía más de 7 años, pero la idea de que Dios -ese Dios con mayúscula- ocupaba todo lugar en el mundo, en mi vida, en la de los demás, no me dejaba respirar. Dios estaba ocupando mi infancia. Esa canción en particular me ha causado siempre un miedo inexplicable.

Cuando por fin llegamos al pueblo Concepción de Buenos Aires, se veía hermoso, las casas de adobe, con sus tejas rojas, el olor a humedad, los dulces de cajeta que por una extraña razón los asocio al lugar. Teníamos un compromiso ahí, no entendía cuál en ese momento, hasta que mi madre entró. Ella estaba enferma, tenía diabetes y buscaba siempre la manera de estar mejor -creo que eran unas inmensas ganas de vivir o quizá un gran temor a la muerte. No descarto la combinación de ambos -, en aquel entonces ya no veía bien de un ojo y su estado se iba deteriorando. Todo éso se lo dijo al hombre gordo sentado en un diminuto banquito, yo lo escuchaba tras la cortina. Seguí yo, mi madre le dijo de mis constantes enfermedades respiratorias, mis amígdalas inflamadas. El hombre, un ex-sacerdote, sacó una especie de tijera sin filo y comenzó a raspar mi cuello. 

-Ya la operé, consiga leche materna de tres mujeres distintas, que de una toma cada cuarenta días.

Mi madre, saliendo del lugar, se dirigió a comprar unas cajas de té para su malestar. Estábamos curadas de males extraños, así que fuimos a un establo a comprar leche cuajada. Seguimos el camino de regreso, cuidando que no se derramara el suero de la leche. Llegamos a casa y mi madre con algunos lienzos y sus manos se dispuso a preparar el queso.


Yo hace unos 19 años...
Jamás tomé la leche materna...

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