No me toques cuando me veas con las espinas en la piel,
no me toques rápido, ni lento, simplemente no me toques.
No te acerques con las garras de cobre, que desgarras mi alma.
Pero tócame cuando me mires sobre hojas secas,
tócame cuando no lo sienta.
Tócame cuando veas mis labios callados y mis ojos ausentes.
Alejandra Rizo
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