martes, 23 de octubre de 2018

Octubre

Y lo recuerdo con el clima frío, cuando sus palabras se volvieron huecas, cuando eran destellos sonoros de promeses que no se cumplirían. Mis ojos llorosos, la culpa de algo que no sabía qué era. Era por ser yo, él sufría por el sólo hecho de que era yo. No aceptaba mi forma de ser, mis manias, mis hobbies, mis planes, mis talentos, mi pasado... sobre todo mi pasado que nada de malo tenía, que lo único malo ahí era su incapacidad para controlar el tiempo y no haberse instalado con anterioridad.

Yo jugaba a morirme y él jugaba a matarme. Pretendía jugar al mal herido cuando de la nada se iba y aparecía con las lágrimas a flor de piel, con una sonrisa falsa, con una caricia forzada. De nuevo las palabras huecas. ¿En qué falta de amor nos refugiamos cuando aceptamos la humillación de quien aniquila todo a su paso?

De nuevo estaba ahí, en un octubre frío, con el cuerpo en la alberca, con los ojos hinchados tapados por los lentes y me escondía en la brisa y el humo del agua caliente. Se me iba la energía, se me iba el aliento y volvía a casa, para tenerlo fuera, esperándome en el coche, para que me gritara una vez porque mi vida seguía y pensaba que sin él. Para echarme en cara los mensajes y las letras, mis gustos y mis errores. Lo tenía enfrente de mí inventándome remembranzas de sus fantasías, de cosas que jamás hice.

Le pedí que se fuera, que dejara las llamadas, los reclamos. Que buscara a alguien más, que pidiera ayuda. Que me dejara en paz. Pero no se iba, pensaba que eran amenazas vacías, me provocaba y me molestaba. Me imputaba todas sus expectativas insatisfechas. No podía sentirme enferma o con malestar porque entonces él lo tomaba como un chantaje. Seguía sin irse.

Un día me cansé de los ultimatums, me cansé de esperar y que no llegara. De no contar con él, de que me quisiera devorar en el mundo de sus inseguridades. Cabe hondo en mi sentir, en lo que soy y en lo que solía ser. Me levanté y desaparecí. El teléfono seguía timbrando. Me acusaba de abandono, de insensible, de exagerada, de enferma, de histérica... Volvía timbrar, ahora me amaba, me extrañaba, me sentía parte de su vida... Volvió a timbrar miles de veces, cada lunes a las seis, pero yo dejé de contestar.


domingo, 19 de agosto de 2018

Noches de insomnio

Agosto 19

Había pensado en abrir mi cuaderno, en el que siempre escribo y transcribir algo aquí. Pero con los pendientes del trabajo y la procrastinación que se me ha hecho vicio, estoy aquí,  con la cabeza a mil por hora y una terrible preocupación de no despertar a tiempo para ir a trabajar.

Volvamos al cuaderno ese que llenaba religiosamente todos los domingos o días que me daba la gana escribir algo. Los cuentos esos raros de crímenes y prostitutas que un día se fueron extinguiendo y sólo aparecían pequeños párrafos o poesías. No se malentienda, la poesía me agrada, pero escribir sólo poemas no es algo que yo solía hacer.

Pensaba hoy subir alguna cosa que nunca publiqué por miedo a que me lo robaran y, pues, es evidente que no lo hice por prepararme el lunch de mañana.

 Y bueno, aquí estoy casi a media noche pensando que me debo levantar a las cinco de la mañana y que no escribí nada a excepción de mi frustración.

Ahí me comparten sus frustraciones en los comentarios.

domingo, 27 de mayo de 2018

Charla con Dios

Y me senté tranquilo, hablando con Dios, ¿Qué podía pedirle o preguntarle yo a un ser infinito?

¿Cómo se escucha a un color que se deshace y hace, que se pierde en una sonoridad o aparece en el estremecimiento?

Pensé por largo tiempo en un silencio incómodo, ´¿qué lo hace ser lo que es? ¿Cómo encarnas una palabra y emulas un idioma que no inicia?

Me quedé mudo y en silencio cuando en la luz y en la oscuridad solo estaba yo. Aquí, sin añadidura, otro pensamiento, en el vacío total se queda mi existencia.

No hay arquetipo supremo, no hay el máximo de la esencia y existencia. ¿Qué juego de la evaluación conlleva ese razocinio ininteligible? ¿Qué teoría mecanicista se abre para decirme a mí que hay un algo más allá, un ente transhumano que sea mi reflejo perfeccionado?

¿Estoy acaso hablando con Dios cuando hoy he entablado mi más sincera plegaria al elevarlo por encima de los conceptos filosóficos como una metaconstrucción primitiva y elaborada de la imaginación dinámica del ser humano?